
Leonie Charles
vuelto a verla hasta unos años después. Pero cuando había vuelto a verla… Giró la cabeza hacia Aurora, que estaba de pie, admirando la vista del Vaticano a través del cristal. Se había convertido en una mujer de curvas voluptuosas. El escote del vestido estaba cerrado con dos cordoncillos de cuero que se entrecruzaban y los extremos estaban anudados con un lazo. Se moría por deshacer ese lazo, por dejar al descubierto sus pechos, por sentarla en su regazo para besarla y… Bajó la vista, pero sus ojos se posaron entonces en las piernas de Aurora, largas y torneadas. No había olvidado el momento en que esas mismas piernas habían rodeado sus caderas. Aurora era auténtico fuego, y no podía dejar que la mecha volviera a prenderse. Lo que ansiaba era que hubiera orden en su vida… Al notar que estaba mirándola, Aurora sintió un cosquilleo en el