Rick no podía olvidar a Andrea, pero en esos momentos no podía permitirse distracciones. Andrea tenía el corazón roto y sabía que Rick y Tessa llevaban a la espalda una gran pena. La cabeza le decía que debería alejarse, pero se sentía irremisiblemente atraída por aquella pareja que necesitaba un milagro.
Con las luces del árbol, la alegre risa de la niña y un beso bajo la rama de muérdago que la dejó sin aliento, en aquellas fiestas podría pasar cualquier cosa.