Desafortunadamente, existe una disparidad entre el mensaje que intentamos transmitir a nuestra audiencia y su interpretaciÃģn del mismo. Para comprender esta disparidad y superarla, es imperativo examinar la progresiÃģn del cerebro humano.
Esencialmente, el cerebro humano pasÃģ por tres perÃodos Únicos de evoluciÃģn, que llevaron a la formaciÃģn de tres componentes separados: el desarrollo inicial de la secciÃģn reptil primitiva, comÚnmente llamada "cerebro de cocodrilo".
El dispositivo es una herramienta sencilla diseÃąada exclusivamente para la supervivencia, capaz de desencadenar sentimientos intensos, como el instinto de escapar de un depredador. Posteriormente, el mesencÃĐfalo experimentÃģ un mayor desarrollo. Nos permite comprender escenarios intrincados, como las relaciones sociales.
En Última instancia, se desarrollÃģ la neocorteza avanzada, lo que permitiÃģ la capacidad de pensamiento lÃģgico y examen para comprender conceptos complejos.
Durante el acto de lanzar, la neocorteza se utiliza para articular los conceptos que se pretende comunicar. Lamentablemente, su audiencia no procesa inicialmente estos pensamientos utilizando sus neocÃģrtices.
En cambio, son los instintivos cerebros reptilianos del pÚblico los que procesan los conceptos, excluyendo todo lo que carezca de novedad y emociÃģn. AdemÃĄs, si su comunicaciÃģn parece poco clara e incomprensible para el cerebro del cocodrilo, puede interpretar el mensaje como un peligro potencial. Esto inducirÃĄ a sus espectadores a buscar refugio del problema.
Por lo tanto, es esencial personalizar su presentaciÃģn para atraer al cerebro reptil. Dada la simplicidad del cerebro de los cocodrilos, es importante que su comunicaciÃģn sea inequÃvoca, especÃfica y centrada en la idea principal.
AdemÃĄs, es crucial lograr que el cerebro del cocodrilo perciba su mensaje como positivo e innovador, asegurando asà su transmisiÃģn a las regiones superiores del cerebro.