S A M
está atrapado: literalmente, figurativamente, emocionalmente. Trabaja en un café y duerme ahí, en un colchón en el piso de arriba. Él sabe que solo está atravesando por un mal momento y que en unos años esto le servirá como inspiración cuando sea un famoso director de cine, pero justo ahora, su inexistente cuenta de banco y su moribunda laptop lo están poniendo a prueba.
S A M Y P E N N Y
un día se encontraron. Y el encuentro fue todo, excepto romántico, fue más bien un momento de insoportable incomodidad. Aun así, intercambiaron números de teléfono y empezaron a enviarse mensajes de texto. Muy pronto se volvieron digitalmente inseparables, compartiendo sus miedos más profundos y sus sueños secretos, sin tener que pasar por la vergüenza, ya sabes, de mirarse a la cara.