No hay nada como tener una entrevista de trabajo muy importante y que mi blusa acabe con una mancha enorme de cerezas y un hombre me pille semidesnuda porque me he metido en el probador equivocado y acabemos a grito pelado.
La guinda del pastel es que cuando llego a la oficina, quien me entrevista es Ă©l, el hombre del probador. Al parecer, la junta ha obligado a Merrick, tan borde como atractivo, a contratar a un psicĂłlogo para evitar el alud de demandas y renuncias de los empleados, y Ă©l no quiere, asĂ que ha decidido elegir al candidato menos competente. Y me da el trabajo ¡a mĂ! Pero estoy decidida a demostrar que merezco el puesto. Solo tengo que evitar distraerme por el camino...
Una novela adictiva de la autora best seller del New York Times y el USA Today