El dilema de amar (Dilemas 3)

La vida de Johana Morton no es fácil. De ser una dama respetada y envidiada, cuñada del duque De Redwolf, se convierte en una mujer estigmatizada, blanco de los cotilleos y las burlas, cuyo mundo se desmorona cuando su esposo, al que ella idolatraba, la abandona por otra mujer.

Herida y despechada, cree que ya no existe un lugar para ella y que jamás volverá a ser feliz. Después de un último acto infame que la aleja todavía más de la sociedad que la vio nacer, termina por abandonar la cruel Inglaterra y se refugia en Jamaica, junto a su hermana y su familia, para esconderse de las burlas, los desaires y la vergüenza.

En su nuevo comienzo no resulta una persona fácil de tratar puesto que no deja que nadie se le acerque demasiado. Le resulta imposible encajar en un nuevo círculo social, con rostros desconocidos, aunque amistosos. Johana sabe que es injusta, pero no es capaz de evitarlo. Su corazón está lleno de cicatrices que le impiden confiar de nuevo.

Martin Dorset, rico hacendado de la isla, posee encanto, amabilidad y una delicadeza por la que cualquier mujer se sentiría atraída. Sin embargo, Jamaica no ofrece demasiadas posibilidades. Deseoso de casarse, toma cartas en el asunto con la intención de formar una familia. Sin embargo, cuando sus planes se ven alterados de un modo decepcionante, una nueva oportunidad se presenta ante él, siempre que sea capaz de vencer los obstáculos.

Cuando Martin conoce a la recién llegada, su opinión respecto a esa altiva inglesa no presagia una relación muy prometedora, a pesar de ser un gran amigo de la familia de la hermana de Johana. Aun así, él se esfuerza por demostrarle que hay esperanza más allá del dolor y que es demasiado joven para recluirse en vida por un hombre que nunca la mereció.

Sin embargo, sobre Johana pesan demasiadas cargas y una gran certeza: nunca podrá volver a amar ni ser amada.

Entre palmeras y plantaciones de la exótica Jamaica, Johana Morton debe sanar su maltrecho corazón.