A modo de panfleto, este libro pretende ser un golpe directo a la sinrazÃģn de los separatismos. Porque el
separatismo no es una opiniÃģn polÃtica o un ensueÃąo romÃĄntico, como puede ser el nacionalismo, sino una agresiÃģn deliberada, calculada y coordinada contra las instituciones democrÃĄticamente vigentes y contra los ciudadanos que las sienten como suyas. No es un delirio mÃĄs o menos grave, sino un ataque en toda regla al nÚcleo mÃĄs importante de nuestra garantÃa de ciudadanÃa, el Estado de Derecho. Con algo de paciencia y sentido del humor, se puede convivir mejor o peor con los nacionalistas; pero con los separatistas no hay mÃĄs arreglo posible que obligarles a renunciar a sus propÃģsitos.
Hay en el separatismo algo especialmente maligno, incluso desde una perspectiva mÃtico-religiosa. El Diablo es etimolÃģgicamente el separador, dia-bolum, el que desune y rompe los lazos establecidos. La tarea diabÃģlica es la fechorÃa antihumanista por excelencia, separar a los que conviven juntos y obligarles a detestarse unos a otros, a alejarse: sembrar la discordia, el desgarro de los corazones. Es de lo mÃĄs desdichado que tantos separatismos pequeÃąos y grandes encuentren terreno abonado en EspaÃąa, hasta el punto de que cualquier sÃmbolo regional y si es posible excluyente sea visto como algo liberador, progresista, por la izquierda lerda y sus asimilados: es prueba de que tenemos un paÃs de todos los diablos...