En la vida los tiempos difÃciles nos llegan a todos, sin ninguna explicaciÃŗn real. Pasar por el sufrimiento tiene el potencial de devastarnos y destruirnos, o de ser una puerta de entrada a la gratitud y la alegrÃa.
Elisabeth Elliot no era ajena al sufrimiento. Su primer marido, Jim, fue asesinado por la gente Waoroni en Ecuador, momentos despuÊs de que Êl llegara con la esperanza de compartir el evangelio. A su segundo marido lo perdiÃŗ por el cÃĄncer. Sin embargo, fue en su sufrimiento mÃĄs profundo que aprendiÃŗ las lecciones mÃĄs profundas acerca de Dios. ÂŋPor quÊ no hace Dios algo con el sufrimiento? Ãl hace, Ãl hizo, Ãl es y Ãl lo harÃĄ.
El sufrimiento y el amor estÃĄn inexplicablemente vinculados, como lo demuestra el amor de Dios por Su pueblo en el hecho de que enviÃŗ a JesÃēs a cargar nuestros pecados, aflicciones y sufrimientos en la cruz, y llevÃŗ lo que no era suyo para que no tuviÊramos que llevarlo nosotros. Ãl ha recorrido el Ãēltimo camino del sufrimiento, y ha ganado la victoria en nuestro nombre.
Esta verdad llevÃŗ a Elisabeth a decir: ÂĢLo que sea que estÊ en la copa que Dios me estÃĄ ofreciendo, ya sea dolor, pena, sufrimiento y pesar junto con muchas mÃĄs alegrÃas, estoy dispuesta a aceptarlo porque confÃo en ÃlÂģ.
In life hard times come to all, without any real explanation. Going through suffering has the potential to devastate and destroy us, or to be a gateway to gratitude and joy.
Elisabeth Elliot was no stranger to suffering. Her first husband, Jim, was murdered by the Waoroni people in Ecuador moments after he arrived in hopes of sharing the gospel. Her second husband was lost to cancer. Yet, it was in her deepest suffering that she learned the deepest lessons about God. Why doesnât God do something about suffering? He has, He did, He is, and He will.
Suffering and love are inexplicably linked, as Godâs love for His people is evidenced in His sending Jesus to carry our sins, griefs, and sufferings on the cross, sacrificially taking what was not His on Himself so that we would not be required to carry it. He has walked the ultimate path of suffering, and He has won victory on our behalf.
This truth led Elisabeth to say âWhatever is in the cup that God is offering to me, whether it be pain and sorrow and suffering and grief along with the many more joys, Iâm willing to take it because I trust Him.â